miércoles, 25 de abril de 2012

Montar es una cuestió de actitud

Hoy he salido a pasear con Yuli, Taranto y un familiar. Él estaba 37 años sin montar a caballo. Miento. Hace unos meses hizo una ruta conmigo y algunos compañeros más, pero no guardaba un buen recuerdo.
37 años sin montar a caballo son suficientes para olvidar muchas cosas. En concreto, olvidar como vestir al caballo, como he advertido.
Comenzamos entrando a la corraleta y presentandole a los muchachos (así es como llamo, cariñosamente, a los habitantes de la corraleta). Les vestimos y decidimos a marchar. Antes monta mi tio con Yuli y, minutos después, subo yo con Taranto, el abuelo de la corraleta pero sin duda un luchador que dará el cien por cien hasta su fin.
Después de unos pocos minutos de ruta nos hemos sorprendido trabajando a los tres aires. Si digo que hacía 37 años que no montaba a caballo, también digo que esa última vez fué cuando una de sus hijas, según me ha comentado, tenía unos cuantos años. Pasa los sesenta años mi tío, unos cuantos más de sesenta.
No han importando cuántos años tiene, tampoco los años que tanto Yuli como Taranto tienen. Me ha hecho reflexionar mucho. No importa tu edad, tampoco tu agilidad, tu aspecto físico. Nada importa. Todo es actitud. He disfrutado como hacía tiempo. Yuli pedía trotar y trotar y su jinete ha estado a la altura. Taranto me pedía ser el seguidor, aún siendo el jinete de Yuli menos experimentado que yo.
Los caballos han sentido nuestras ganas de disfrutar y descubrir y han aportado todo lo que queríamos. Desde aquí les doy las gracias a mis tordos, a mis viejecitos queridos. Montar a caballo es actitud, y la edad también lo es. Un aplauso a mi tío, a Yuli y a Taranto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario