viernes, 25 de noviembre de 2016

LA CAPACIDAD DE CAMINAR


La motricidad gruesa es de vital importancia en todos los momentos de la vida pero cabe mencionar la importancia de esta motricidad en los bebés. El control del cuerpo se desarrolla desde la parte central y de ahí se pasa al control de la cabeza y las extremidades. Así pues, un desarrollo normalizado en los bebés pasa por una capacidad progresiva para controlar la cabeza, capacidad para rodar (darse la vuelta) y poder sentarse y gatear.
Si tenemos la oportunidad de vivir los primeros meses de vida de un bebé aprenderemos cómo es este proceso. La conciencia del propio cuerpo se va descubriendo día a día, momento a momento. Ser capaz de llevarse las manos a la boca, ser capaz de juntar una mano con otra es un paso imprescindible para poder darse la vuelta. Cuando los bebés están boca abajo, les resulta imprescindible realizar el apoyo con la palma de las manos abierta para poder incorporarse, de otra forma la cabeza puede cambiar de posición pero con muchas dificultades. Todo esto son partes importantes del proceso del gateo y de la bipedestación.
En este aspecto, se debe hablar del “patrón cruzado”, donde juega un papel muy importante el aspecto neurológico. El cerebro manda órdenes que el cuerpo pone en práctica de forma simultánea haciendo entrar en acción ambas partes del cuerpo (derecha e izquierda). Esta “habilidad” se extrapola a infinidad de movimientos a lo largo de la vida y es muy importante para la manipulación y el esquema corporal.
Así pues, en el trabajo con caballos es de vital importancia el movimiento que nos proporciona el animal. Los impulsos son rítmicos y estables, por lo tanto estamos generando una repetición y damos la oportunidad a la persona para unirse a dichos movimientos gracias a esa “musicalidad” del movimiento. Al ser repetitivos y estables, a la persona le resulta “relativamente sencillo” aprovechar cada una de esas oportunidades ya que se cuenta con la capacidad de anticipación.
Se habla de ciento diez impulsos por minuto, a una misma cadencia y ritmo. Este número no es sino una media estadística pero nos puede servir como dato de referencia para, a la hora de hacer que nuestro animal se mueva, no se aleje mucho de este número. Ciento diez impulsos, y más importante, ciento diez oportunidades por minuto de trabajar el control de tronco, de ensayar una postura correcta, de controlar la cabeza. De realizar los movimientos propios de los brazos durante la acción de caminar.

Es importante nombrar el trabajo en el conocimiento del esquema corporal. Los movimientos grandes precisan de un conocimiento del propio cuerpo y de un entrenamiento en dichos movimientos que son generalizables a las actividades básicas de la vida diaria como vestirse, tomar una ducha, preparar algo de comida, ordenar un cuarto, etc. Y, por supuesto, generalizable a la hora de caminar.