sábado, 23 de abril de 2016

Unas breves notas sobre la ecolalia

El término ecolalia tiene su nombre en ese efecto “eco” que reproduce el niño o la niña cuando nos comunicamos hablando. Así pues, si le decimos “subimos al caballo”, repetirá exactamente lo mismo o, quizás suprima alguna de las palabras como “al” o “subimos”. Se pueden hacer varias interpretaciones. Quizás repita con el fin de asentir y confirmarnos que entiende lo que decimos y que además quiere hacerlo o, quizás sea todo lo contrario. Que efectivamente no entiende a qué nos referimos. Con el caballo delante y encima de las escaleras puede que le resulte más fácil encontrar el significado. Sólo es tiempo y repetición.
 Con respecto a las ecolalias, se puede entender como una forma sesgada de usar el lenguaje. Cuando estamos comunicándonos por medio del lenguaje hay unas “reglas” de comunicación y uso que las personas con ecolalias no las siguen por lo tanto, a las personas que las seguimos nos cuesta interpretar. También ocurre a la inversa. Las personas “sin ecolalias” usamos unas reglas de lenguaje que no tienen en cuenta las dificultades de comprensión con las que cuentan algunos niños y niñas.
También habrá ocasiones en las que veamos que el niño está hablando repitiendo frases que nosotros dijimos en sesiones anteriores. En varias ocasiones las dicen “entre dientes”, en un tono de voz bajo. De alguna forma, parece que está intentando “reorganizar” lo que ocurre o “contextualizar” la situación. Es difícil explicar qué intención tiene esa expresión de palabras porque, además, seguramente en cada ocasión tenga una intención diferente. En otras muchas ocasiones no tendrá ninguna intención y simplemente está repitiendo unas palabras que le resultan familiares. En varias sesiones nos hemos visto en la situación de estar escuchando “pantalón, camiseta y jersey” repetidas veces. Qué sentido tiene en esa situación si ni siquiera es la hora de vestirse. Sencillo, ha llegado a su cabeza y se ha puesto a repetirlo.
Pues bien, no será raro que llegue el niño a comenzar su sesión y a la hora de saludar a las personas que conformamos el equipo comience a decir: “Hola Antonio, ¿cómo estás?” cuando, precisamente, Antonio es él. Sin más dilaciones, está repitiendo algo que ha escuchado en una situación similar y lo ha usado como un saludo.
En otras ocasiones podemos estar realizando la sesión y el niño empieza a decir varias veces  “cogemos la zanahoria por la punta…”. En cada sesión, al terminar, se saca una zanahoria del huerto y, con calma y andando todos al mismo ritmo, vamos a dársela al caballo con el que hemos hecho la sesión. El momento en el que ha dicho la frase, claramente, no es el momento de dar la zanahoria al caballo. Sabemos perfectamente que para bajar del caballo hay que recoger la pista, después ir a las escaleras y bajar del caballo, quitarnos el casco y dejarlo en el poste y, después, se va a por la zanahoria. Pues bien, si hacemos un esfuerzo en la comprensión, sabremos que el niño nos está expresando que quiere terminar la sesión.   

Hablar en un tono de voz estable y tranquilo, mostrar y señalar cada cosa a las que nos refiramos, secuenciar todo lo que se pueda y hacer un esfuerzo por entender. 


miércoles, 6 de abril de 2016

Un poco sobre el aspecto cognitivo.

Cuando hablamos de cognitivo, generalmente nos referimos a lo aprendido. Así pues sería generar aprendizaje o ayudar a este a ser afianzado o generalizado. El uso de la información y las destrezas adquiridas también se considera estimulación cognitiva o trabajo cognitivo.
Se habla de varios momentos en el desarrollo cognitivo de la persona. Principalmente son cuatro:
Sensomotriz: Es el aprendizaje por medio de los percibido por los sentidos. El juego es descubrimiento y la imitación el principal patrón de actuación. Hablaríamos de esta etapa hasta los dos años de la persona.
Preoperacional: Se puede centrar en la aparición del lenguaje y el simbolismo. Digamos que es el descubrimiento de la persona de su “yoidad”, existo y soy capaz de inferir en las cosas. Se alargaría hasta pasados los seis años.
Acciones concretas: Es la capacidad de abstracción. Pasamos de los conceptos visibles (vaso, mesa, pelota) a otros más abstractos como el tiempo, o que las cosas se transforman. Es decir, por ejemplo que el agua que cae en un vaso es la misma que estaba en la botella. También son capaces de representar acciones posibles, o premeditar proyectos. Esta etapa culmina sobre los 11 años.
Operaciones formales: Sería la etapa donde la mente es más abstracta, se puede conseguir por el propio pensamiento la explicación de las cosas (generar hipótesis) y donde se forma la personalidad y el estilo de interacción con el mundo.
Cuando hablamos de la parte cognitiva de la persona hablamos de inteligencia, memoria, lenguaje, atención y procesamiento de lo sensorial.

Todo lo dicho en el párrafo anterior está muy relacionado. El lenguaje no deja de ser una memoria semántica. El aprendizaje precisa de procesos sensoriales y, por supuesto, de memoria e inteligencia. Ese aprendizaje puede ser para procesar o para contextualizar. Dentro de la inteligencia se definen las capacidades de la persona para acceder a la información que controla más o menos rápidamente por medio del recuerdo y las técnicas de acceso a la información. Así pues, todo está relacionado por ello trabajar el aspecto cognitivo es muy complejo. Quizás proponiendo un ejercicio creemos que estamos trabajando algo concreto y, sin embargo, estaremos haciendo que se pongan en marcha muchos más procesos cognitivos de lo que desearíamos.