martes, 20 de marzo de 2012

UNA APROXIMACIÓN A LAS TERAPIAS ECUESTRES

Cuando intentamos poner un nombre a algo que realiza numerosa gente, con diferentes beneficiarios. Numerosos profesionales, numerosas titulaciones, numerosas formas de trabajar, amplias formas de entender la palabra “terapia” y amplias maneras de ponerlo en práctica. Para gustos: colores. Para buenos gustos: caballos.

Terapias ecuestres es un término aceptado por numerosos profesionales entre los que me encuentro. Equinoterapia no es desacertado, sin duda suena más claro.

Tomaré el valor como aperitivo, la decisión por bandera y daré mi punto de vista. Lo he ido formando y enriqueciendo a base de hablar con muchas personas que realizan algo igual (al menos, similar) a lo que yo hago, meditando y comunicando. Como quiera que les y nos guste llamarlo, la terapia asistida por caballos, intervenciones asistidas por caballos, equinoterapia, terapias ecuestres… creo que todos y todas hablamos de lo mismo.

Un profesional se forma a base de estudio, formación, confrontación y práctica.

Las personas que llegan a demandar de las terapias ecuestres una acción social, educativa, sanitaria, terapéutica, psicológica, acción profesional en todo caso, se fijan en un trabajo en pro de una curación- aprendizaje- mejora que vaya asistido por un equino. El caballo se limita a ser un caballo, y no olvidemos que estos animales no están en el planeta para hacer terapias ecuestres, por lo tanto todo queda en la acción del profesional.

El profesional ha de tener claras sus competencias y posibilidades, ha de conocer cada uno de los síntomas que presenta la persona beneficiaria para trabajar en consecuencia con conocimiento para poder marcar objetivos y estrategias.

Los roles profesionales están marcados, yo soy educador social, enseñante, facilitador de aprendizajes… y tengo la suerte de hacerlo con la ayuda de un caballo, bueno… alguno más de uno. Don Juan Vives explica esto mucho mejor en uno de sus libros.

Mi formación, mi persona, los profesionales que me ayudan y Betty y Lorenzo (éstos dos caballos en concreto, no todos los caballos); esta suma hace de mi un profesional de las terapias ecuestres. Concretamente, como define la FETE (Federación Española de Terapias Ecuestres) sería un Educador Social experto en intervenciones asistidas por caballos.

Yo, personalmente, prefiero llamarme educador asistido por caballos. No hago intervención sino una serie de acciones. Terapia… sin duda, el ambiente es terapéutico. Todo lo educativo es terapéutico.

Trabajar con la ayuda de un caballo no ha de diferenciarse mucho de trabajar en un aula, en una ludoteca, en un centro de día, en un PEI (proyecto educativo individualizado). Realizamos un análisis de necesidades y elaboramos unos objetivos. Marcamos las estrategias que definan las actividades, definimos los recursos materiales, humanos, animales, espaciales y establecemos una temporalidad para cumplir los objetivos. Evaluando investigamos la incidencia de las acciones en las necesidades detectadas. Nuestro amigo caballo se limita a ser un caballo, y con eso tenemos más que suficiente. Al terminar le damos las gracias todos y todas.

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