domingo, 18 de marzo de 2012

Carta de un caballo a un humano

Hola, sólo te pido unos minutos antes de empezar a convivir conmigo. Yo no puedo hablar y… la forma en que tenéis los humanos de comunicaros es hablando. Muchas veces me resulta difícil entenderte. Puedes decirme las cosas más bonitas del mundo pero… no es en el significado de esas palabras en lo que puedo fijarme sino en… la postura de tus hombros, en la velocidad de tus movimientos, en la brusquedad con la que mueves tus extremidades, la posición de tus ojos con respecto a los míos…

Te voy a contar una cosa… ¿Sabes qué? Ahí fuera hay un montón de leones, tigres, cocodrilos, leopardos, lobos… todos ellos tienen unas garras tremendas y además se organizan de tal forma que una vez que te cogen no hay como escapar… si ves alguno no dudes en correr, yo siempre lo hago y por eso ahora estoy vivo. ¿Sabes que es lo más chungo de todo esto? Que son capaces de moverse tan lentamente que casi ni les veo ni les oigo y… cuando escapan a correr… corren que se las pelan.

Es peligroso vivir en el mundo pero… no te preocupes, nosotros ya nos organizaremos. Te explicaré como lo vamos a hacer: Ya que nuestros ojos pueden mirar a todo nuestro alrededor  menos justo delante y justo detrás nos vamos a poner cada uno mirando para un lado, y así vengan por donde vengan les pillaremos antes de que a penas puedan salir detrás de nosotros. Ahora… una cosa sí, si los ves no te olvides de avisarme… no vayas a escaparte y que a mí me coman  con patatas.

 ¿Qué cómo vas a avisarme con tan poco margen de tiempo? Pues muy sencillo. Te explico: Tú y yo siempre vamos a estar tranquilos, y en el momento en que uno se ponga nervioso, eso indicará que hay peligro. Así que ya sabes, puedes estar cerca de mí siempre que quieras, incluso súbete en mí, pero nos dejamos de nerviosismos… ese es nuestro trato.

Bueno… ese no es todo el trato. No nos vamos a mirar de frente, ¿vale? (silencio) ¿Que por qué? Pues porque los que nos comen nos miran de frente cuando nos atacan… y… no se a ti, pero a mí no me gusta nada imaginarme con un montón de bichos pegándome mordiscos hasta en la carta veterinaria.

Te comentaré algunas cosas más. No me gusta estar solo, por la simple razón que antes te he comunicado. Si no puedo ver lo que pasa detrás mío… seguramente me comerán los depredadores en poco tiempo. Por eso te invito a hacer manada conmigo, pero ya te he dicho: nada de nerviosismos.

Te contare algunas cosas más que me hacen sentir bien. Me gusta que se acerquen a mí con tranquilidad y, sobre todo, me gusta asegurarme bien de quien es quien se acerca a mí. Yo no me fio mucho de mi vista de cerca (pero eso no quiere decir que no vea!! No te vayas a confundir). No me gusta fiarme de mi vista porque confió mas en mi olfato. Prefiero olerte antes de que me toques, respétame eso, por favor.

También te comentare otra cosa, a propósito de que nos acerquemos el uno al otro. Mantengamos una distancia antes de empezar a comunicarnos, y vamos a dar los pasos lentamente hasta que nuestro lenguaje corporal nos indique que podemos olernos y tocarnos. Son cosas mías, lo sé. Pero… no olvides que estoy en la tierra miles de años… y eso es gracias a desconfiar de todo y de todos. No te lo tomes a mal, pero mi forma de vivir es desconfiar por si a caso… y a partir de esa desconfianza ir pasando a la confianza total. Tendremos esa confianza total si realmente hacemos manada y somos capaces de comunicarnos.

Estoy hablándote mucho de mi forma de comportarme… etología lo llamáis los humanos… pero te voy a hablar también un poco de como soy físicamente: En general pesamos entre 250 y 500 kilos, algunos mas y algunos menos. Como en todo, siempre hay excepciones. Medimos, a la cruz, que es donde tú te sientas, más o menos, entre 1,43 y 1,75… y de ahí siguen las excepciones… En mis pies tengo algo llamado casco. Sería algo parecido a tus uñas. Me suelen poner herraduras, son para que mi casco no se desgaste más de lo necesario, por un motivo natural por el roce con todo lo que piso. Se desgasta porque con tu peso encima… no olvidemos que no es lo mismo. También porque el asfalto no es lo más natural, que digamos. No olvidemos que las piedras se pueden meter entre las rendijas que tengo en mis manos y patas… y… por ultimo porque, si tengo mal el casco no puedo andar y cojeo, no puedo correr y puedo pasar más de una semana sin poder trabajar, y… tú que eres humano sabes perfectamente que prefieres que no esté cojo para poder disfrutar de mi.  Así que eso, ese es el motivo por el que llevo herraduras. Pero bueno, ten claro que las herraduras no me duelen en absoluto, nada de nada. Sería algo parecido a que te corten las uñas o que en una uña muy larga que tengas hagan un agujero. En la medida en que tu sientas dolor en las uñas… yo siento dolor en los cascos. Ahora, sin duda, si me dejan el casco más corto de la cuenta… me pasa lo mismo que a ti cuando te cortas mal las uñas.

En cuanto a mis pelos, en verano lo tengo las cortito y en invierno me crece, por el frio más que nada. Frio… puedo aguantar más de 10 grados bajo cero. La lluvia… no me afecta. Las crines son unos pelos muy fuertes que tengo, me puedes coger de ellas y no voy a sentir nada de dolor, te lo aseguro. Muy importante, las crines de la cola me sirven para apartarme las moscas… y también para hacer saber a los que están a mi alrededor que hay algo que me molesta o no me gusta. Si me cortas esas crines… me dificultas muchas cosas. Que cada uno saque sus propias conclusiones.

Estáis todos pensando… ¿y qué hay de esas cosas que te ponen en la boca? Pues… os lo voy a decir claro. Os hago la comparación: puede ser para mí… un chicle. Una forma de divertirme porque juego con ello con mi lengua. Pero… no olvides que llevas dos trozos de cuero atados a cada lado que se llaman riendas que van directamente a ese chicle que está dentro de algo tan delicado como mi boca. Si no llevas cuidado puedes hacerme daño. Todo está en tus manos. Mira, mi cuerpo es tan sensible que hasta cuando se posa una mosca en cualquier sitio me doy cuenta y hago por quitármela, así que toda tu fuerza puede herirme mucho y más aun si va directamente a la boca, que tiene dientes, encías, lengua... imagínate lo que pasa cuando te haces una herida en la boca y ya sabrás el cuidado que tienes que llevar con mi boca. Con ese chicle puedes indicarme donde ir, pero siempre que nos comuniquemos. Si hay algo que no quiera hacer, no pruebes a ser terco conmigo, porque a testarudo no hay quien me gane. Hoy veras como podemos llegar a estar muy de acuerdo. Solo te diré que los instrumentos que usas para poder pasear encima mío son como una pistola, puede estar en las manos de un tirador deportivo o en las manos de un criminal. No me molesta tener nada en la boca, pero no te pases. No olvides que nuestro fin es disfrutar y no discutir.

Realmente soy muy fuerte, calcula el peso que puedes llevar tu encima de ti y haz una regla de tres con el peso de mi cuerpo comparado con el tuyo. Ahora sí, como supongo que a ti te pasa, todo es guardar el equilibrio. El mío se basa en mis manos, que son lo que llamarías las patas de adelante. Intenta que tu peso caiga sobre todo sobre ese punto, y así no me harás tropezar. Por otras partes de mi cuerpo también puedes estar pero no olvides que si me dificulta para salir corriendo y escapar si siento peligro… no dudaré en que te quites de encima de mí. Son manías mías, pero… te repito que existo por tener todas estas manías, y no me vas a cambiar.
Es todo lo que tengo de decirte, el resto lo descubrirás tú acercándote a mi.

Juan Gual Pérez- Templado
(El texto está a disposición de quien quiera usarlo.
Queda prohibida su reproducción sin mencionar al autor).

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