jueves, 22 de marzo de 2012

INQUIETUDES

Diferentes personas que saben de los talleres que estoy llevando a cabo me sorprenden con comentarios como “yo, es que les veo tan grandes”, “me llevo genial con los perros, pero los caballos creo que no voy a ser capaz”, “les tengo alergia”, “si yo una vez monté a caballo… y no me vuelvo a subir ni loco”.

En el fondo, me gusta que le gente me lo comunique, porque así podemos ver que los caballos, además de ser muy bonitos, imponen a las personas. Mejor dicho, los caballos, además de parecernos bonitos, nos imponen.

En ocasiones pienso que todo son miedos y frenos que se ponen esas personas, pero que en el fondo están deseando tener la oportunidad de poder relacionarse con un caballo como muchas personas lo hacemos.

“Claro Juan, es que tu lo ves tan fácil… pero no lo es”. ¡Claro que no lo es! Acercarse a un caballo, pie a suelo, demanda decisión, seguridad y tranquilidad. Muchas veces, cuando estamos en las hípicas, nos resulta fácil mover a los caballos por la simple razón de que tenemos muy claro lo que hay que hacer: poner la cabezada de cuadra, moverle del ramal hasta la argolla y comenzar a vestirlo. Es porque tenemos tan clara la secuencia (y porque el caballo lo repite cada día) porque no vemos vacilaciones. En cambio, ante ejercicios diferentes es cuando los caballos empezarán a mostrar cosas de nosotros. Bueno, me desdigo: empezaremos a mostrar inseguridades y falta de reacción y lo sabremos porque los caballos mostrarán inseguridad y actuarán como caballos en esas situaciones.

¿Qué diría yo? Enfréntate a ti mismo/a. Toda persona ha de tener la necesidad de conocerse. Más aún, toda persona que quiera ser efectiva en sus relaciones sociales ha de controlar sus emociones y sus estados de ánimo. Ha de saber expresar todo eso no solo con palabras.

En el crecimiento personal, nuestros mayores enemigos somos nosotros mismos. Nos auto frenamos, nos ponemos trabas, las mejores excusas son las que uno mismo se da, precisamente porque podemos elaborarlas y buscarles argumentos convincentes…

Sobre todo, una persona ha de conocerse a sí misma. Sin duda, una persona que quiera trabajar en las terapias ecuestres ha de hacerlo. Para poder hacer terapia hay que revisarse a uno mismo, como bien dice una buena amiga, ampliamente formada en el plano de la psicología.

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