Cuando hablamos de un entorno de seguridad para el niño
nos estamos refiriendo a un lugar que controle, que sepa a qué viene y en qué
consiste lo que vamos a hacer. Muchas veces nos olvidamos de esto cuando
trabajamos en Atención Temprana.
Pensamos que por el mero hecho de tener todo lleno de
colores y juguetes, los niños van a querer darse a la estimulación que nos proponemos. El entorno de seguridad
va mucho más allá. No es raro que los padres nos digan “aquí está nervioso,
porque en mi casa no es así”. La casa es un entorno de seguridad y el CDIAT,
por el momento, no lo es.
Llevamos tiempo escuchando cosas como “son niños que no
saben relacionarse” también cosas como “no expresan emociones”. Cada vez estoy
menos de acuerdo, pero matizando. Otra de las cosas que cada vez más se oye:
“no toleran los cambios”.
Estas tres afirmaciones que escucho, y seguramente
hayamos escuchado muchos de nosotros, me hacen reflexionar. No puedo decir que
sean falsas pero si me atrevo a afirmar que están faltas de muchos matices.
Son niños que no saben relacionarse. Dejando a un lado la
epistemología y las definiciones de la RAE, relacionarse sería una capacidad,
una aptitud que implica también una actitud. Pensemos cuando estamos en una
plaza con nuestro hijo, sobrino, el hijo de unos amigos… Hay otros niños
jugando y éste se acerca poco a poco y, sin darnos cuenta, en cuestión de
segundos está incluido en la dinámica de los demás y está jugando. No
encontramos explicaciones ni motivos aparentes.
¿Lenguaje? Lo dudo. ¿Afinidad? No se conocen de nada, no
pueden conocer sus puntos en común. Se llama infancia, pero sin duda el hecho
de que el “nuevo niño” se encuentre jugando en el grupo es gracias a su
“capacidad” de relacionarse. Llegando al quid: También gracias a su capacidad
de abstracción para comprender qué se está haciendo y cuáles son las claves
para incluirse en dicho grupo (sin ser rechazado).
Cuando trabajamos con un niño que no cuenta con esa
capacidad hemos de centrar nuestro esfuerzo en abrir vías, terminarán entrando
sin "esa abstracción". Proponemos una dinámica que tenga cierta
lógica y que se repita en espacio y ritmo. Pronto veremos como “saben
relacionarse” en ciertos ambientes.
Tenemos pues que hacer el esfuerzo de no centrarnos en
esa “falta de capacidad del niño” y sí hacerlo en la no adaptación de las
dinámicas y situaciones planteadas.
No expresan sus emociones. Yo veo a niños diagnosticados
en mi espacio que cuentan con sonrisas cuando llegan. Uno de ellos, cada vez
que llega se sube a mis brazos y pasamos unos segundos riendo mientras nos
miramos. También cuento con que la mayor parte de las veces cogen mi mano
mientras hablo con sus padres y madres. ¿No es ello, acaso, una muestra de sus
emociones? Quizás no sean niños muy expresivos pero las emociones no siempre se
expresan con el mismo nivel de intensidad.
“No toleran los cambios”. Habría, mejor, que hablar de
que se sienten bien en espacios familiares. Nuestras sesiones siempre tienen un
mismo ritmo y realizamos actividades similares en todas. Trabajamos conceptos
del lenguaje, trabajamos habilidades motrices, entrenamos en equilibrio y
muchas cosas más pero, siempre, con una secuencia muy parecida. Cuando llegan
“por primera vez” no contamos con esa “secuencia”. ¿Creemos que la primera
sesión va a ir todo sobre ruedas?
Cuando entramos en un nuevo ambiente, comenzamos un curso
de formación… siempre se comienza con una explicación de los contenidos, la
presentación del formador y de los participantes, etc.
¿Por qué nos sorprendemos de que con un niño que responda
al TEA no tiene por qué ser así? Quizás habría que adaptar todo y dejar la
prisa; habría que pensar que no todo está claro y que es mucho más fácil
explicarlo que entenderlo. No es lo mismo preguntar ¿Qué tal estas? a preguntar
“¿Estás bien? Ofrecemos mucha más claridad con una pregunta que con otra.
A la hora de presentar los ejercicios deberemos usar la
misma lógica. Sencillez de respuesta, facilitar la dinámica en la relación, en
la interacción, en la comunicación. Facilitar.
Crear un ambiente de seguridad para las sesiones con
caballos consiste en que las sesiones sigan un hilo conductor. Consiste en
respetar los ritmos del niño y hacer que los aprendizajes sean funcionales.
Cada sesión debe ser
“parecida” a la anterior. Usaremos materiales similares y daremos cabida a la
familia. El objetivo último de toda terapia es mejorar la calidad de vida de la
persona. Cuando hablamos de discapacidad, no podemos separar a la familia de la
persona ya que, según expresa Sonsoles Perpiñan (Atención Temprana y Familia)
la discapacidad es un hecho que afecta a la familia.
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