domingo, 1 de abril de 2018

El equipo A (Sobre el Autismo)


El martes por la tarde, cerca de las nueve de la noche llegué a casa. Nadie me esperaba allí, estaban todos en casa de mis suegros. Me tocaba entonces coger el coche y realizar el viaje hasta verles. Ya eran varios días los que llevaban sin verles  así que deje mis herramientas de trabajo en la entrada, cogí la maleta y comencé el viaje.
Mi archivador de pictogramas, el panel de rutinas, un buen puñado de juegos visuales y algunas cosas más. Ayer, al llegar a casa toda la familia, mis hijos cogieron lo que encontraron en la entrada y me sorprendieron describiendo situaciones con pictogramas. Esta anécdota vuelve a tener un gran sentido en mi vida y en la educación que quiero ver a mis hijos. Cuando vean que algún niño tiene un comunicador PEC será un motivo para acercarse a él y pasar un rato jugando a formar frases, un motivo para acercarse a él y jugar, un motivo para acercarse a él.
No quería dejar de contar lo que para mí fue una grata sorpresa.
La última actualización, el DSM-V “simplifica” el Autismo pasando a llamar al conjunto del espectro TEA. Me resultaba curioso cuando se realizaban las aproximaciones diagnósticas y lo que un día era autismo, con el buen trabajo de la familia y profesionales (y, quizás, la suerte) pasaba a llamarse Asperger. Y todo lo contrario, o más o menos… Hoy TEA significa algo sobre lo que tenemos mucho que aprender, mucho que investigar y, sobre todo, mucho que innovar y reinventar desde la máxima de que si siempre hacemos las cosas de la misma forma siempre encontraremos los mismos resultados.
Tengo la suerte de trabajar en Atención Temprana, tanto con caballos como sin ellos. Para mi es una gran oportunidad para darme cuenta de que el ambiente incide mucho en las respuestas de los niños, en su forma de comportarse y en sus capacidades para la interacción. Esto me ha hecho darme cuenta de que el niño que conoces en una sala de estimulación cambia cuando lo ves en una pista de hípica, y también lo hace cuando lo ves en un contexto natural como su colegio, su casa o el parque donde suele ir por las tardes con sus padres.
De esta forma, y ahondando un poco sobre lo que hablo, conocer a los niños TEA se trata de conocerle con mayúsculas, investigar sobre la incidencia que tiene tanto el ambiente como los acontecimientos en el niño y actuar en consecuencia. Vivir en el mundo implica una constante capacidad de adaptación y reacción. Quizás, una característica común a ellos es esa.
Llamo a la entrada El Equipo A porque en mis sesiones paso mucho tiempo cantando y el repertorio, más que ser reducido digamos que tiene necesidad de ampliarse. En una de ellas me vi cantando la canción cabecera de la mítica serie y, sin mucha más relación, se queda como título de la entrada.  
Trabajar con niños TEA ha sido mi propia evolución a ser mejor profesional de la infancia. Me han enseñado a hacerme entender y, sobre todo, a saber si entienden lo que expreso. Me ha hecho ser capaz de adaptar las actividades al máximo a las capacidades del niño que tengo delante. Y, con toda la idea, hablo de capacidades. Si trabajamos al niño desde sus dificultades lo llenaremos de frustraciones, sin embargo si lo trabajamos desde sus puntos fuertes vamos a encontrar avances. La dificultad reside entonces en trabajar el desarrollo global del niño evitando trabajar desde sus dificultades y, por siguiente, haciéndolo desde sus capacidades.
Podemos hablar de dificultades para las relaciones sociales, para la comprensión de dinámicas, para la puesta en práctica de las funciones ejecutivas pero también debemos hablar de capacidades en memoria que a más de uno dejarían con la boca abierta, debemos hablar de un apego a los seres queridos que pocos niños “neurotípicos” son capaces de mostrar, debemos hablar de aptitudes y capacidades que muchas personas con autismo tienen y que, por el mero hecho de hablar de “discapacidad” hacemos que queden en la sombra y… ¡qué gran error entonces cometemos!
Sigo aprendiendo en mi particular arte de escuchar con los ojos y estos niños me están ayudando a hacerlo. Se dice que soy su terapeuta, que soy su maestro. Siempre he dicho que la educación es un acto de amor. Para poder ser alumno, para poder ser maestro, para poder ser terapeuta se tiene que dar una relación propia de la amistad, del amor. Tiene que haber aceptación por ambas partes así que para trabajar con un niño TEA se necesita un vínculo que solo se crea a base de alzar la importancia del “ser”, de crear significaciones en las relaciones existentes. Por eso, los niños con los que trabajo son mis amigos y siempre busco que aprendan pero, sobre todo, que disfruten y se diviertan porque, al fin y al cabo (por encima de ser autistas o sean neurotípicos) son niños.
Yo amo a muchas personas con Autismo y me siento afortunado por ello.




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