El
martes por la tarde, cerca de las nueve de la noche llegué a casa. Nadie me
esperaba allí, estaban todos en casa de mis suegros. Me tocaba entonces coger
el coche y realizar el viaje hasta verles. Ya eran varios días los que llevaban
sin verles así que deje mis
herramientas de trabajo en la entrada, cogí la maleta y comencé el viaje.
Mi
archivador de pictogramas, el panel de rutinas, un buen puñado de juegos
visuales y algunas cosas más. Ayer, al llegar a casa toda la familia, mis hijos
cogieron lo que encontraron en la entrada y me sorprendieron describiendo
situaciones con pictogramas. Esta anécdota vuelve a tener un gran sentido en mi
vida y en la educación que quiero ver a mis hijos. Cuando vean que algún niño
tiene un comunicador PEC será un motivo para acercarse a él y pasar un rato
jugando a formar frases, un motivo para acercarse a él y jugar, un motivo para
acercarse a él.
No
quería dejar de contar lo que para mí fue una grata sorpresa.
La
última actualización, el DSM-V “simplifica” el Autismo pasando a llamar al
conjunto del espectro TEA. Me resultaba curioso cuando se realizaban las
aproximaciones diagnósticas y lo que un día era autismo, con el buen trabajo de
la familia y profesionales (y, quizás, la suerte) pasaba a llamarse Asperger. Y
todo lo contrario, o más o menos… Hoy TEA significa algo sobre lo que tenemos
mucho que aprender, mucho que investigar y, sobre todo, mucho que innovar y
reinventar desde la máxima de que si siempre hacemos las cosas de la misma
forma siempre encontraremos los mismos resultados.
Tengo
la suerte de trabajar en Atención Temprana, tanto con caballos como sin ellos. Para
mi es una gran oportunidad para darme cuenta de que el ambiente incide mucho en
las respuestas de los niños, en su forma de comportarse y en sus capacidades
para la interacción. Esto me ha hecho darme cuenta de que el niño que conoces en
una sala de estimulación cambia cuando lo ves en una pista de hípica, y también
lo hace cuando lo ves en un contexto natural como su colegio, su casa o el
parque donde suele ir por las tardes con sus padres.
De
esta forma, y ahondando un poco sobre lo que hablo, conocer a los niños TEA se
trata de conocerle con mayúsculas, investigar sobre la incidencia que tiene
tanto el ambiente como los acontecimientos en el niño y actuar en consecuencia.
Vivir en el mundo implica una constante capacidad de adaptación y reacción.
Quizás, una característica común a ellos es esa.
Llamo
a la entrada El Equipo A porque en mis sesiones paso mucho tiempo cantando y el
repertorio, más que ser reducido digamos que tiene necesidad de ampliarse. En
una de ellas me vi cantando la canción cabecera de la mítica serie y, sin mucha
más relación, se queda como título de la entrada.
Trabajar
con niños TEA ha sido mi propia evolución a ser mejor profesional de la
infancia. Me han enseñado a hacerme entender y, sobre todo, a saber si entienden
lo que expreso. Me ha hecho ser capaz de adaptar las actividades al máximo a
las capacidades del niño que tengo delante. Y, con toda la idea, hablo de
capacidades. Si trabajamos al niño desde sus dificultades lo llenaremos de
frustraciones, sin embargo si lo trabajamos desde sus puntos fuertes vamos a
encontrar avances. La dificultad reside entonces en trabajar el desarrollo
global del niño evitando trabajar desde sus dificultades y, por siguiente,
haciéndolo desde sus capacidades.
Podemos
hablar de dificultades para las relaciones sociales, para la comprensión de
dinámicas, para la puesta en práctica de las funciones ejecutivas pero también
debemos hablar de capacidades en memoria que a más de uno dejarían con la boca
abierta, debemos hablar de un apego a los seres queridos que pocos niños “neurotípicos”
son capaces de mostrar, debemos hablar de aptitudes y capacidades que muchas
personas con autismo tienen y que, por el mero hecho de hablar de “discapacidad”
hacemos que queden en la sombra y… ¡qué gran error entonces cometemos!
Sigo
aprendiendo en mi particular arte de escuchar con los ojos y estos niños me están
ayudando a hacerlo. Se dice que soy su terapeuta, que soy su maestro. Siempre
he dicho que la educación es un acto de amor. Para poder ser alumno, para poder
ser maestro, para poder ser terapeuta se tiene que dar una relación propia de
la amistad, del amor. Tiene que haber aceptación por ambas partes así que para
trabajar con un niño TEA se necesita un vínculo que solo se crea a base de
alzar la importancia del “ser”, de crear significaciones en las relaciones
existentes. Por eso, los niños con los que trabajo son mis amigos y siempre
busco que aprendan pero, sobre todo, que disfruten y se diviertan porque, al
fin y al cabo (por encima de ser autistas o sean neurotípicos) son niños.
Yo
amo a muchas personas con Autismo y me siento afortunado por ello.
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