EL MANEJO DE CABALLOS, UN EJERCICIO DE HABILIDAD
COMUNICATIVA
Los caballos son seres vivos que en todo momento actúan e
interactúan como caballos. Se comunican a través de un lenguaje muy depurado
por medio de su cuerpo, sus sonidos y su estado de ánimo.
Para comprender el lenguaje de los caballos es muy
importante observarles en manada, puesto que es ahí donde podemos comprender
sus señales e intenciones comunicativas.
El caballo es un animal gregario (vive en manda), herbívoro
y depredado.
Es gregario. En estado natural, las manadas las conforman un
número amplio de yeguas, algunos potros y potrancas y un semental (o, quizás,
alguno más). La propia naturaleza selecciona a ese animal, es decir, otros
sementales pueden intentar entrar en la manada pero ello supondría que el otro
tendría que abandonarla. Principalmente, el animal más fuerte y sano (además de
otras características de afinidad con el resto de integrantes de la manada) es
el que funciona como perpetuador de la manada.
Entre las yeguas hay una de ellas que es la llamada “guía”,
conoce el espacio donde se mueven y controla la provisión de pasto y agua.
Suele guiar las migraciones y reconoce qué lugares son seguros para estar a
salvo de depredadores. Suele tener una potranca que siempre la acompaña, y que
un día, la sustituirá en el puesto. No será otra, sino esa en concreto.
El resto de yeguas tienen otras funciones en las que no nos
centraremos.
Los potros machos viven en la manada hasta que adquieren una
madurez, que suele ser cuando tienen unos dos años de edad. Entonces, abandonan la manada con unos cuantos más, al igual hacen ambos sexos. Esta edad es muy
orientativa y, el hecho de que abandone la manada por el propio destete es muy
orientativo también.
Viven en manada por la sencilla razón de poder unirse y
hacer más sencilla la supervivencia, además de tener la ventaja de poder
desarrollar una impresionante red de relaciones de la propia manada.
Herbívoro. La alimentación del caballo funciona a base de
cereales, vegetales, hojas de árboles y arbustos y frutos. En cautividad, la
comida suele ser con piensos que contienen avena, algarrobas, alfalfa prensada,
cebada, trigo, maíz triturado, etc. Se complementa con paja de trigo, avena o
cebada. En muchos casos, también se aporta alfalfa fresca o seca, un gran
complemento proteínico.
Un caballo pasa comiendo unas 15 horas al día, debido a que
su estómago es muy pequeño en comparación con su tamaño corporal y su sistema digestivo.
Un caballo come al día unos 10 kg de alimento. Debido a lo anteriormente
explicado, cuanto más se reparta la comida durante los momentos del día, más
saneado estará su sistema digestivo.
Es importante detallar que, los caballos en libertad no
rivalizan por la comida, sin embargo, en cautividad si lo hacen.
Depredado. En la naturaleza existe una cadena alimenticia.
En ésta, los caballos sirven de alimento para animales carnívoros y, a su vez,
no caza sino que come lo que la tierra va aportando a nivel de vegetación. El
hecho de que los depredadores lo tengan como potencial alimento afecta mucho a
su comportamiento, que pasamos a detallar.
La vida de un caballo se basa en tres premisas: comer,
reproducirse y sobrevivir. Comer para seguir viviendo como individuo,
reproducirse para poder seguir viviendo como especie (instinto de perpetuación
de todos los animales, incluidos los humanos) y sobrevivir al ataque de los
depredadores.
A la hora de relacionarnos con un caballo, tenemos que tener
en cuenta que los humanos tenemos una morfología parecida a la de los
depredadores (aunque la combinamos también con los herbívoros). Nuestra
dentadura tiene colmillos, que sirven para desgarrar la carne. Nuestras manos
tienen uñas y los dedos están separados, similar a las garras de felinos.
Nuestros ojos están posicionados para tener una visión completa con ambos
globos oculares, propia de los depredadores.
Esta morfología es interpretada por los caballos como una
amenaza, por lo tanto, cuidado con nuestra forma de mirar (movimientos rápidos
de cabeza con miradas penetrantes significan búsqueda de presa). Cuidado con
cómo movemos nuestras manos, cuando los felinos extienden sus manos pretenden
clavar las garras en su presa para procurar evitar su huida.
Las manadas de caballos galopan y trotan a la vez. Los
trancos son iguales en distancia y ritmo. Si queremos que un caballo ande a
nuestra velocidad, debemos de acompasar nuestros pasos y avanzar con los mismos
trancos que sus manos, izquierda y derecha a una, caballo y humano.
Avanzar con un caballo significa propiciarle movimiento de
manda, ningún caballo mira de frente a otro para pedirle que le siga. Nosotros
tampoco debemos hacerlo.
En muchas ocasiones solemos tocar a los caballos cuando
andamos a su lado. Ponemos nuestra mano en su grupa o le vamos acariciando el
cuello al mismo tiempo. Los caballos tienen una gran sensibilidad, con que una
sola mosca se pose en su cuerpo activan un mecanismo de tembleques que hace que
la mosca se vaya. Para apartarlas de otra parte de su cuerpo, solo con batir la
cola pueden quitársela ya que pueden coletear muy fuerte. Ellos guardan el
momento para tocarse entre ellos para rascarse partes que no llegan por sí
mismos, en esos momentos suelen estar parados. Evitemos tocar a un caballo
mientras va andando porque podemos provocar que haga por quitar nuestra mano de
encima suyo (por puro sistema de defensa contra los insectos u otros) y se
puede provocar un accidente en la sesión.
Las orejas del caballo suelen ser un buen indicador de sus
intenciones. Cuando las mantiene rectas y hacia un punto en concreto es que
algo le ha llamado la atención. Quizás el relincho de otro caballo, o un ruido
que no conoce. Cuando las orejas dan vueltas sin parar quiere decir que el
caballo busca algún estímulo que no encuentra. En todo caso, lo que hemos de
tener en cuenta es que sus orejas acostadas significan agresividad y atacará o
con su boca o con sus manos. Cuando montemos a un caballo, sabremos que está
pendiente de nuestras indicaciones si sus orejas se dirigen hacia nosotros/as.
Por último, un caballo siempre nos tiene que ver. Si algo le
aparece por sorpresa, le asustará y ello puede llevar a algún peligro. Así
pues, un caballo ve a todo su alrededor menos a medio metro delante de su
frente y a todo lo que pasa detrás suyo, justo detrás y hasta el infinito. Así
pues, siempre que estemos detrás de un caballo, provoquemos que antes nos vea y
sepa que vamos a estar detrás suyo, en caso contrario se defenderá con coces. No
obstante, si sabe que estamos detrás suyo, podemos situarnos tras su grupa sin
ningún problema.
Galopa tordo, galopa.
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