martes, 20 de noviembre de 2012

Una pequeña lectura, antes de estar junto a un caballo


EL MANEJO DE CABALLOS, UN EJERCICIO DE HABILIDAD COMUNICATIVA

Los caballos son seres vivos que en todo momento actúan e interactúan como caballos. Se comunican a través de un lenguaje muy depurado por medio de su cuerpo, sus sonidos y su estado de ánimo.

Para comprender el lenguaje de los caballos es muy importante observarles en manada, puesto que es ahí donde podemos comprender sus señales e intenciones comunicativas.

El caballo es un animal gregario (vive en manda), herbívoro y depredado.

Es gregario. En estado natural, las manadas las conforman un número amplio de yeguas, algunos potros y potrancas y un semental (o, quizás, alguno más). La propia naturaleza selecciona a ese animal, es decir, otros sementales pueden intentar entrar en la manada pero ello supondría que el otro tendría que abandonarla. Principalmente, el animal más fuerte y sano (además de otras características de afinidad con el resto de integrantes de la manada) es el que funciona como perpetuador de la manada.

Entre las yeguas hay una de ellas que es la llamada “guía”, conoce el espacio donde se mueven y controla la provisión de pasto y agua. Suele guiar las migraciones y reconoce qué lugares son seguros para estar a salvo de depredadores. Suele tener una potranca que siempre la acompaña, y que un día, la sustituirá en el puesto. No será otra, sino esa en concreto.

El resto de yeguas tienen otras funciones en las que no nos centraremos.

Los potros machos viven en la manada hasta que adquieren una madurez, que suele ser cuando tienen unos dos años de edad. Entonces, abandonan la manada con unos cuantos más, al igual hacen ambos sexos. Esta edad es muy orientativa y, el hecho de que abandone la manada por el propio destete es muy orientativo también.

Viven en manada por la sencilla razón de poder unirse y hacer más sencilla la supervivencia, además de tener la ventaja de poder desarrollar una impresionante red de relaciones de la propia manada.

Herbívoro. La alimentación del caballo funciona a base de cereales, vegetales, hojas de árboles y arbustos y frutos. En cautividad, la comida suele ser con piensos que contienen avena, algarrobas, alfalfa prensada, cebada, trigo, maíz triturado, etc. Se complementa con paja de trigo, avena o cebada. En muchos casos, también se aporta alfalfa fresca o seca, un gran complemento proteínico.

Un caballo pasa comiendo unas 15 horas al día, debido a que su estómago es muy pequeño en comparación con su tamaño corporal y su sistema digestivo. Un caballo come al día unos 10 kg de alimento. Debido a lo anteriormente explicado, cuanto más se reparta la comida durante los momentos del día, más saneado estará su sistema digestivo.

Es importante detallar que, los caballos en libertad no rivalizan por la comida, sin embargo, en cautividad si lo hacen.

Depredado. En la naturaleza existe una cadena alimenticia. En ésta, los caballos sirven de alimento para animales carnívoros y, a su vez, no caza sino que come lo que la tierra va aportando a nivel de vegetación. El hecho de que los depredadores lo tengan como potencial alimento afecta mucho a su comportamiento, que pasamos a detallar.

La vida de un caballo se basa en tres premisas: comer, reproducirse y sobrevivir. Comer para seguir viviendo como individuo, reproducirse para poder seguir viviendo como especie (instinto de perpetuación de todos los animales, incluidos los humanos) y sobrevivir al ataque de los depredadores.

A la hora de relacionarnos con un caballo, tenemos que tener en cuenta que los humanos tenemos una morfología parecida a la de los depredadores (aunque la combinamos también con los herbívoros). Nuestra dentadura tiene colmillos, que sirven para desgarrar la carne. Nuestras manos tienen uñas y los dedos están separados, similar a las garras de felinos. Nuestros ojos están posicionados para tener una visión completa con ambos globos oculares, propia de los depredadores.

Esta morfología es interpretada por los caballos como una amenaza, por lo tanto, cuidado con nuestra forma de mirar (movimientos rápidos de cabeza con miradas penetrantes significan búsqueda de presa). Cuidado con cómo movemos nuestras manos, cuando los felinos extienden sus manos pretenden clavar las garras en su presa para procurar evitar su huida.

Las manadas de caballos galopan y trotan a la vez. Los trancos son iguales en distancia y ritmo. Si queremos que un caballo ande a nuestra velocidad, debemos de acompasar nuestros pasos y avanzar con los mismos trancos que sus manos, izquierda y derecha a una, caballo y humano.

Avanzar con un caballo significa propiciarle movimiento de manda, ningún caballo mira de frente a otro para pedirle que le siga. Nosotros tampoco debemos hacerlo.

En muchas ocasiones solemos tocar a los caballos cuando andamos a su lado. Ponemos nuestra mano en su grupa o le vamos acariciando el cuello al mismo tiempo. Los caballos tienen una gran sensibilidad, con que una sola mosca se pose en su cuerpo activan un mecanismo de tembleques que hace que la mosca se vaya. Para apartarlas de otra parte de su cuerpo, solo con batir la cola pueden quitársela ya que pueden coletear muy fuerte. Ellos guardan el momento para tocarse entre ellos para rascarse partes que no llegan por sí mismos, en esos momentos suelen estar parados. Evitemos tocar a un caballo mientras va andando porque podemos provocar que haga por quitar nuestra mano de encima suyo (por puro sistema de defensa contra los insectos u otros) y se puede provocar un accidente en la sesión.

Las orejas del caballo suelen ser un buen indicador de sus intenciones. Cuando las mantiene rectas y hacia un punto en concreto es que algo le ha llamado la atención. Quizás el relincho de otro caballo, o un ruido que no conoce. Cuando las orejas dan vueltas sin parar quiere decir que el caballo busca algún estímulo que no encuentra. En todo caso, lo que hemos de tener en cuenta es que sus orejas acostadas significan agresividad y atacará o con su boca o con sus manos. Cuando montemos a un caballo, sabremos que está pendiente de nuestras indicaciones si sus orejas se dirigen hacia nosotros/as.

Por último, un caballo siempre nos tiene que ver. Si algo le aparece por sorpresa, le asustará y ello puede llevar a algún peligro. Así pues, un caballo ve a todo su alrededor menos a medio metro delante de su frente y a todo lo que pasa detrás suyo, justo detrás y hasta el infinito. Así pues, siempre que estemos detrás de un caballo, provoquemos que antes nos vea y sepa que vamos a estar detrás suyo, en caso contrario se defenderá con coces. No obstante, si sabe que estamos detrás suyo, podemos situarnos tras su grupa sin ningún problema.

Galopa tordo, galopa.

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