martes, 18 de abril de 2017

CABALLOS EN EDADES TEMPRANAS

Cuando hablamos de edades tempranas estaríamos refiriéndonos a la actividad en niños y niñas de menos de dos años.

Es muy interesante ver cómo estos niños recomponen su postura a cada momento aún sucediéndose los balanceos (desestabilizaciones) que les supone estar encima del caballo a medida que éste se va desplazando. Me sorprende esta capacidad que, normalmente, en adultos está menos presente.

En estas edades se está dando lo que llamamos el proceso a la bipedestación y la deambulación. Es decir, pasar del gateo a estar de pie y comenzar a andar.

Es importante, como siempre se dice, que se desarrolle un gateo correcto. También es importante desarrollar la capacidad para pasar de estar acostado boca arriba a estar sentado. Es importante la capacidad del volteo (darse la vuelta). En todo este proceso aparecen los apoyos y enderezamientos. Los apoyos se realizan principalmente con las palmas de las manos abiertas (también con codos, pies...). Todo este proceso se va aprendiendo e interiorizando a través del ensayo error y, sobre todo, se va aprendiendo gracias a una necesidad de conocer el medio.

Colocar a los bebés boca abajo les permite empezar a levantar la cabeza y voltearla de un lado a otro. El niño siente una necesidad de mirar lo que escucha al otro lado, de coger lo que tiene fuera del alcance de su mano, al fin y al cabo, de descubrir lo que hay y pasa a su alrededor. Esta estimulación es de vital importancia para el paso a estar "a gatas".

Cuando somos capaces de estar es esta postura somos capaces de descubrir mucho más entorno de lo que éramos capaces de captar estando permanentemente en una postura (bien boca arriba, bien boca abajo o bien de uno de los lados). Es por eso que van íntimamente ligados el desarrollo motor y el desarrollo cognitivo. Soy capaz de cambiar de postura gracias a una necesidad de conocer el mundo.

Pasaríamos poco a poco a ser capaces de estar sentados. También de pasar a adoptar la postura del gateo y a volver a sentarme.

Observar este proceso en un bebé es muy interesante y con ello se comprenden conceptos como balanceo, compensación, apoyo, enderezamiento, equilibrio.

Trabajar con el caballo permite sobre todo una estimulación del sistema vestibular. Este sistema es el encargado del desarrollo del equilibrio. Por supuesto, cuando nos aprovechamos del movimiento del caballo estamos haciendo un desarrollo del tono muscular en abductores, cuello, abdomen... También estamos ofreciendo mucha información para el agarre y el control del cuerpo en general. Estaríamos hablando de equilibrio y postura. Es una buena forma de complementar y apoyar la capacidad tanto de la bipedestación como de la deambulación. Siempre hablamos, en estas edades, de un refuerzo al propio descubrimiento que esta realizando el niño.

Por otra parte, debemos de aprovechar mucho los giros amplios del caballo. Propiciar una fuerza centrífuga hará, por una parte que se active el sistema vestibular y aparezcan las compensaciones del propio peso y, por otra que se active la capacidad de recomponer la postura, el enderezamiento.

Realizando salidas, activamos la capacidad de compensación del peso, es decir, una llamada al equilibrio. Realizando paradas, además de lo anterior, activaríamos los apoyos. Pedimos a los reflejos que reaccionen ante una descompensación fuerte y entren en juego principalmente las manos para retomar una postura.

A continuación, todo nuestro cuerpo es llamado a recomponer una posición, a realizar un enderezamiento. Tanto el gateo como la propia acción de andar es un continuo ejercicio de recomposición de postura, de retoma del equilibrio. Es por ello que todo lo que trabajemos con el animal, siguiendo esta línea, será perfectamente extrapolable por el niño a su capacidad de desplazamiento, ya sea por medio de la acción del gateo o por medio de la acción de caminar.

 

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