Cuando los niños/as llegan al espacio, normalmente entran
algo alterados. Contentos. El espacio les gusta, quieren subir al caballo, les
gusta darles de comer, les gusta ver a los otros animales que allí tenemos.
El dedo índice va como "clicando" un ratón de
ordenador imaginario que señala a varios sitios, acompañan algunas sonrisas y
también miradas que van y vienen. Ante la excitación, por supuesto, algunas
estereotipias también salen a relucir.
Aquí empieza la sesión, el educador acompaña y ofrece un
estado de calma para dar forma a ese estado de excitación, para ir poniendo
nombre a todo lo que está intencionadamente referido en esa proto declaración.
Son acciones llenas de intención comunicativa que quieren llamar nuestra
atención con un fin que puede ser muy concreto.
También son numerosas las ocasiones en que los niños/as
nos cogen las manos para que hagamos algo, se balancean sujetándose al
cinchuelo para que el caballo se mueva. También nos cogen de la mano y nos
llevan a algún sitio. Se dan la vuelta y suben los brazos para que los cojamos
y los montemos en el lomo del caballo. Estaríamos hablando de protoimperativos.
Son acciones mediante las cuales nos están pidiendo algo. Podríamos hablar de
una clara intención comunicativa que, sin duda, existe y se hace presente por
medio de ese acto.
Estar atento a todo ésto es una función muy importante ya
que nos da pié a, en esta situación tan clara, reconducir esa forma de
solicitar algo (protoimperativo) o referirse a algo (protodeclarativo) para dar
una posibilidad más generalizada y generalizable de hacerlo o, por supuesto,
llevarlo al lenguaje oral o al sistema alternativo de comunicación por medio
del pictograma o por medio del gesto.
Y entonces... ¿Hay intención comunicativa?
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