El término ecolalia tiene su nombre en ese efecto “eco” que
reproduce el niño o la niña cuando nos comunicamos hablando. Así pues, si le
decimos “subimos al caballo”, repetirá exactamente lo mismo o, quizás suprima
alguna de las palabras como “al” o “subimos”. Se pueden hacer varias
interpretaciones. Quizás repita con el fin de asentir y confirmarnos que
entiende lo que decimos y que además quiere hacerlo o, quizás sea todo lo
contrario. Que efectivamente no entiende a qué nos referimos. Con el caballo delante
y encima de las escaleras puede que le resulte más fácil encontrar el
significado. Sólo es tiempo y repetición.
Con respecto a las
ecolalias, se puede entender como una forma sesgada de usar el lenguaje. Cuando
estamos comunicándonos por medio del lenguaje hay unas “reglas” de comunicación
y uso que las personas con ecolalias no las siguen por lo tanto, a las personas
que las seguimos nos cuesta interpretar. También ocurre a la inversa. Las
personas “sin ecolalias” usamos unas reglas de lenguaje que no tienen en cuenta
las dificultades de comprensión con las que cuentan algunos niños y niñas.
También habrá ocasiones en las que veamos que el niño está
hablando repitiendo frases que nosotros dijimos en sesiones anteriores. En
varias ocasiones las dicen “entre dientes”, en un tono de voz bajo. De alguna
forma, parece que está intentando “reorganizar” lo que ocurre o “contextualizar”
la situación. Es difícil explicar qué intención tiene esa expresión de palabras
porque, además, seguramente en cada ocasión tenga una intención diferente. En
otras muchas ocasiones no tendrá ninguna intención y simplemente está
repitiendo unas palabras que le resultan familiares. En varias sesiones nos
hemos visto en la situación de estar escuchando “pantalón, camiseta y jersey”
repetidas veces. Qué sentido tiene en esa situación si ni siquiera es la hora
de vestirse. Sencillo, ha llegado a su cabeza y se ha puesto a repetirlo.
Pues bien, no será raro que llegue el niño a comenzar su
sesión y a la hora de saludar a las personas que conformamos el equipo comience
a decir: “Hola Antonio, ¿cómo estás?” cuando, precisamente, Antonio es él. Sin
más dilaciones, está repitiendo algo que ha escuchado en una situación similar
y lo ha usado como un saludo.
En otras ocasiones podemos estar realizando la sesión y el
niño empieza a decir varias veces “cogemos
la zanahoria por la punta…”. En cada sesión, al terminar, se saca una zanahoria
del huerto y, con calma y andando todos al mismo ritmo, vamos a dársela al
caballo con el que hemos hecho la sesión. El momento en el que ha dicho la
frase, claramente, no es el momento de dar la zanahoria al caballo. Sabemos
perfectamente que para bajar del caballo hay que recoger la pista, después ir a
las escaleras y bajar del caballo, quitarnos el casco y dejarlo en el poste y,
después, se va a por la zanahoria. Pues bien, si hacemos un esfuerzo en la
comprensión, sabremos que el niño nos está expresando que quiere terminar la
sesión.
Hablar en un tono de voz estable y tranquilo, mostrar y
señalar cada cosa a las que nos refiramos, secuenciar todo lo que se pueda y
hacer un esfuerzo por entender.
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