La motricidad gruesa es de vital
importancia en todos los momentos de la vida pero cabe mencionar la importancia
de esta motricidad en los bebés. El control del cuerpo se desarrolla desde la
parte central y de ahí se pasa al control de la cabeza y las extremidades. Así
pues, un desarrollo normalizado en los bebés pasa por una capacidad progresiva
para controlar la cabeza, capacidad para rodar (darse la vuelta) y poder
sentarse y gatear.
Si tenemos la oportunidad de
vivir los primeros meses de vida de un bebé aprenderemos cómo es este proceso.
La conciencia del propio cuerpo se va descubriendo día a día, momento a
momento. Ser capaz de llevarse las manos a la boca, ser capaz de juntar una
mano con otra es un paso imprescindible para poder darse la vuelta. Cuando los
bebés están boca abajo, les resulta imprescindible realizar el apoyo con la
palma de las manos abierta para poder incorporarse, de otra forma la cabeza
puede cambiar de posición pero con muchas dificultades. Todo esto son partes importantes
del proceso del gateo y de la bipedestación.
En este aspecto, se debe hablar
del “patrón cruzado”, donde juega un papel muy importante el aspecto neurológico.
El cerebro manda órdenes que el cuerpo pone en práctica de forma simultánea
haciendo entrar en acción ambas partes del cuerpo (derecha e izquierda). Esta
“habilidad” se extrapola a infinidad de movimientos a lo largo de la vida y es
muy importante para la manipulación y el esquema corporal.
Así pues, en el trabajo con
caballos es de vital importancia el movimiento que nos proporciona el animal.
Los impulsos son rítmicos y estables, por lo tanto estamos generando una
repetición y damos la oportunidad a la persona para unirse a dichos movimientos
gracias a esa “musicalidad” del movimiento. Al ser repetitivos y estables, a la
persona le resulta “relativamente sencillo” aprovechar cada una de esas
oportunidades ya que se cuenta con la capacidad de anticipación.
Se habla de ciento diez impulsos
por minuto, a una misma cadencia y ritmo. Este número no es sino una media
estadística pero nos puede servir como dato de referencia para, a la hora de
hacer que nuestro animal se mueva, no se aleje mucho de este número. Ciento
diez impulsos, y más importante, ciento diez oportunidades por minuto de
trabajar el control de tronco, de ensayar una postura correcta, de controlar la
cabeza. De realizar los movimientos propios de los brazos durante la acción de
caminar.
Es importante nombrar el trabajo
en el conocimiento del esquema corporal. Los movimientos grandes precisan de un
conocimiento del propio cuerpo y de un entrenamiento en dichos movimientos que
son generalizables a las actividades básicas de la vida diaria como vestirse,
tomar una ducha, preparar algo de comida, ordenar un cuarto, etc. Y, por
supuesto, generalizable a la hora de caminar.
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