Siempre que respondo a consultas sobre problemas que tienen
los perros doy la misma respuesta: tienes que permitir a tu perro ser un perro.
Permitir a un perro ser un perro implica muchas cosas que, a
priori, muchos/as dueños/as no están dispuestos a aceptar.
Antes de nada, si os parece bien, desmontaremos la idea de
que nuestro perro y nosotros somos una manada y el humano tiene que ser el
leader. Nuestro perro nunca nos sentirá parte de su manada porque, para
empezar, no olemos a perro. Nosotros no movemos el rabo, ni nos chupamos el hocico,
ni chequeamos el culo de otros perros para saber quiénes son. Nuestro perro nos ve como un ser grande (más
alto que ellos) que, curiosamente, tiene una capacidad asombrosa de conseguir
comida sin tener que cazarla y que, en vez de detectar presas para comer, solo
tiene que atender a nuestras órdenes para conseguir alimentos (entiéndase comer
como “sobrevivir”, uno de los objetivos vitales del perro: “cazar (trabajar),
comer (sobrevivir) y reproducirse (perpetuar la especie)”.
Como humanos que somos, nos es muy difícil comunicarnos con
nuestro perro como si fuéramos otro perro, por lo tanto, muchas veces caemos en
el error de no dejar que nuestro compañero se relacione con otros por miedo a
que ladre, se peleen, se le peguen parásitos, se ensucie o, quizás, porque
pensamos que es mejor que no se vea con otros caninos. De esta forma, estamos
anulando a nuestro perro como ser social y estamos incrementando
inevitablemente su necesidad de serlo. (No olvidar que el perro es un ser
gregario, vive en grupo) El perro aúlla, ladra todo el día, no es capaz de ver
otro perro a unos metros de distancia porque rompe a ladrar como si quisiera devorar
al otro perro. Cuando hace eso, nuestro perro nos está pidiendo a gritos que le
dejemos ser un perro.
¿Por qué atamos a los perros?
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Porque se puede escapar: Se puede escapar por
varias razones, pero principalmente porque los estímulos olfativos que ha ido
teniendo durante el tiempo que ha estado atado no han sido chequeados por él, y
por conducta innata, irá a ver qué son todos esos olores. También se puede
escapar para aparearse, tiene una solución sencilla que todos conocemos, pero
si no se baraja la opción de la castración, difícilmente controlaremos eso en el
caso de los machos, en el caso de las hembras basta con tener un calendario y
mirar el suelo.
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Porque es un perro del que no nos fiamos, se
sube en la gente y saca los dientes. Unos cuantos minutos de adiestramiento en
positivo y una buena dosis de jerarquía, corrige a tu perro todo lo que no
quieras que haga y, normalmente, no lo hará.
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Porque rebusca en la basura, escarba las
macetas, etc. Hay algo que a tu perro le estresa, encuentra qué es y busca una
solución.
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Porque se pelea con otros perros. Deja que tu
perro se vea con otros y relájate, no sufras por que se vayan a pelear. A
menudo, nuestro estado de tensión activa el estado de defensa- ataque de
nuestro compañero canino. No olvides que los perros no hablan, pero tienen un
código de comunicación muy depurado que incluye los estados de ánimo.
¿Qué provocamos en nuestro perro cuando
está atado?
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Anulamos su capacidad para analizar los estímulos
que llegan (olores y sonidos) y, también
su capacidad de actuar como perro (rastrear su zona de acción o territorio, ahuyentar
a los extraños o a las amenazas, no dejarle encontrar el lugar más fresco para
regular su temperatura corporal y así, mantener sus energías al máximo para
cuando haya que trabajar, etc.
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No le permitimos oler a otros perros. Para que
se entienda, le prohibimos saber si los demás individuos son machos o hembras,
adultos o cachorros, y un sinfín de información que pueden detectar solo con
olfatear las heces o los orines.
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Para que nuestro perro aprenda a ser un perro
tiene que convivir con otros, ellos le enseñan a guardar las distancias cuando
hay un primer encuentro, también enseñan a medir los tiempos y la intensidad de
los juegos, y un lar etcétera de cosas que nuestro perro no sabe hacer si no se
lo permitimos, y que el hecho de no “saber ser un perro” conllevará el rechazo
por parte de otros perros y, con paciencia, estarán dispuestos a enseñárselo.
Muy a nuestro pesar, si se equivoca se lo van a explicar, y van a ser duros
porque es la única forma que tienen para que no vuelva a ocurrir, ya que un
error en la naturaleza puede tener consecuencias muy graves, muchas veces no
hay segundas oportunidades.
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Daños físicos por la rozadura de las cadenas. El
único motivo que un perro tiene para vivir es ser un perro (“cazar (trabajar),
comer (sobrevivir) y reproducirse (perpetuar la especie)”. Estando atado,
seguramente sea una de las presas más fáciles. Por otra parte, si además de
estar atado, no tiene un humano de referencia, ese leader de los que muchos
hablan, no tendrá muy claro si es un perro o un girasol, y el desquicie está
asegurado.
Con cabeza, sin prisa, suelta a tu perro y juega con él. Si
se escapa, lo llamas y no vuelve, es sencillo: Carga con premios la orden “ven”,
y problema solucionado. Si se pelea con otros perros, deja que se lo expliquen
varias veces (y también ten en cuenta las conductas reproductivas). Ten al
perro todo el tiempo que puedas en el suelo, poco sentido tiene que lo subas en
brazos. Dale más trabajo mental que físico. ¡Ánimo!
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